jueves, 22 de mayo de 2008



Ayer te besé en los labios.

Te besé en los labios.
Densos, rojos.
Fue un beso tan corto,
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.

El tiempo después de dártelo
no lo quise para nada ya,
para nada lo había querido antes.

Se empezó, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.

Los pongo no en tu boca, no, ya no...
-¿Adónde se me ha escapado?-.
Los pongo en el beso que te di ayer,
en las bocas juntas del beso
que se besaron.
Y dura este beso más que el silencio,
que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.

No.
Te estoy besando más lejos.
Y esto es sólo el principio, las buenas intenciones acaban aquí. Queda oficialmente inaugurado este blog donde TODO tendrá cabida, lo bueno y lo que más nos gusta, lo MALO...




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